Ya no quiero ser docente… ¿Qué hago?
Hace unos años, platicando con una amiga, quien en ese momento se encontraba estudiando otra carrera después de titularse como licenciada en educación, me comentó que no estaba disfrutando la docencia, aun después de probar en dos niveles diferentes, motivo por el cual decidió iniciarse en otra área profesional. Esa plática se guardó en mi mente desde ese momento. Recuerdo percibir un gesto de frustración y tristeza, mientras afirmaba aquellas palabras.
Con el paso de los años, al convivir con diferentes maestros, historias similares fueron apareciendo: renuncias a plazas por considerar muy pesado el sistema, el sueldo bajo y excesiva carga laboral. Compañeros sintiendo que pese a que aman enseñar, desean renunciar a diario por percibirse sumamente oprimidos por el sistema escolarizado. Muchos se frustran, pero continúan aunque emocionalmente se sientan consumidos. Otros, si está en sus posibilidades, renuncian y adquieren trabajos sin relación a la educación, pese a que les gusta el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Si te sientes así, permíteme decirte que es algo por lo que atraviesan muchos educadores. A veces no lo externan abiertamente, pero sí les ocurre. Si estás pasando por ese momento y no tienes idea de qué hacer, deseo brindarte algunas sugerencias desde mi experiencia:
- Acepta que no te sientes a gusto, pleno. Muchas veces nos autoengañamos con tal de seguir en aquello que de universitarios juramos siempre amar. Oh sorpresa: siendo estudiantes no tenemos la perspectiva real del campo laboral de nuestra profesión. La experimentamos hasta que estamos ahí.
- No te flageles, ni te culpes por estar pensando en un cambio de carrera. Muchas personas lo hacen y es de valientes emprender cambios, ya que hay quienes deseando un cambio, no lo hacen por temor a ser juzgados.
- Evita el todo-nada. Puede ser que no te sientas a gusto con cierto nivel, pero eso no es determinante para decir que no te gusta la docencia. No se dice mucho sobre esto, pero tenemos el poder de elegir qué grado escolar y qué materia deseamos enseñar. A lo mejor no te gusta enseñar Matemáticas, pero sí Física. A lo mejor te sientes incómodo con Español, pero disfrutas Historia. A lo mejor tu tolerancia es mínima con adolescentes, pero muy alta con adultos.
- Prueba con otros niveles diferentes a los que has enseñado. Recuerda que puedes enseñar a bebés, niños, adolescentes, adultos y adultos mayores. Te sugiero experimentar en distintos grados para evaluar si el sentimiento de frustración desaparece o se mantiene.
- Cambia de centro de trabajo. El ambiente influye demasiado en cómo percibimos la experiencia de ser docente. Cada escuela tiene su propia cultura y filosofía educativa. Si no te sientes a gusto, prueba cambiándote de escuela.
Si después de todo esto, la decisión es clara y ya no deseas seguir como profesor, tranquilo, tranquila. Como trabajadores del área educativa, el sistema escolarizado no es nuestra única opción para ejercer. A continuación te enlisto algunas opciones:
- Asesorías. Puedes impartirlas desde tu hogar, en línea o también buscar ser contratado en instituciones que se dediquen a ello.
- Capacitación. El área de talento humano o recursos humanos de muchas empresas, tienen puestos de capacitación, para los cuales buscan pedagogos, educadores, psicólogos.
- Gestor educativo. Ya sea como asistente de dirección, responsable de control escolar o hasta coordinador académico en escuelas.
- Proyectos educativos. Algunas fundaciones y empresas requieren de profesionales en el área educativa para llevar a cabo sus programas de fomento educativo o de visitas escolares.
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