Realidad poco hablada: existen alumnos que violentan
Muchos de los textos que leí cuando estudié la licenciatura en educación, afirmaban que los estudiantes son seres benévolos, víctimas de diferentes circunstancias.Todo el ideario en cuanto a qué son los alumnos, estaba envuelto en compasión, ternura e inocencia. En toda la universidad, sólo un profesor habló de alumnos que carecen de bondad. Sin embargo, lo hizo de forma muy breve y con un aire de comedia.
Hoy quiero externar mi punto de vista sobre esta sobrecargada aura de amor y paz. Quizá es aplicable solo para los niños de preescolar y primaria, pero cuando empiezan la adolescencia, la sentencia de "los alumnos son como flores en un jardín, buenos por naturaleza" no es válida. Lo siento Rousseau.
¿Hay alumnos bondadosos? ¡Claro que los hay! Pero no quiero hablar de ellos ahora, quiero enfocarme en que es un error generalizar el juicio de que "los alumnos no hacen cosas malas" o que "no tienen maldad en su corazón, solo son víctimas de las circunstancias". Podemos mirar nuestra historia personal y analizar si cuando fuimos estudiantes, hicimos actos que dañaron a nuestros profesores y compañeros. Si ocurrió, probablemente recuerdes que no hubo inocencia en esas obras.
Al menos yo, recuerdo haberle mentido a una profesora porque no hice una tarea, y como me había ganado la reputación de ser una estudiante cumplida, fue fácil que me creyera con una mentira que, además, apelaba a los sentimientos: un familiar enfermo. Sé que me reí de la maestra después de que me dio la oportunidad para entregar la tarea... Esa risa y esa burla salieron de mí, de mis decisiones y de mi falta de empatía.
Después de escuchar las historias de mis compañeros, de ser testigo y de vivir experiencias con distintos grupos escolares, puedo afirmar lo siguiente:
- Sí hay alumnos que carecen de bondad.
- Sí hay alumnos que quieren dañar al profesorado.
- Sí hay alumnos que causan heridas en el alma.
- Sí hay alumnos que, lamentablemente, dañan físicamente...
En resumen: hay alumnos que violentan. Específicamente los pre-adolescentes, adolescentes y adultos.
De manera personal, lo peor que he observado, lo que me desgarra el alma, es el hecho de que los jóvenes no tengan la ética para ser responsables de sus actos y mientan defendiendo a capa y espada lo que no es verdad, a pesar de que existan evidencias sobre la verdad de lo que se les atribuye. No son capaces de asumir que sí golpearon a un alumno, a pesar de que ha quedado todo grabado. No son capaces de asumir que sí insultaron y gritaron al profesor, aun cuando hay testigos. Su boca no tiene la voluntad de decir: sí, yo lo hice. Les pesa mucho la verdad y en el engaño han encontrado un dulce placer. Me pregunto cómo están educando los padres a sus hijos, ¿sabrán qué tipo de persona están dejando a la sociedad?
Considero que es importante trabajar en políticas que protejan al profesorado de la violencia a la que está expuesto, porque es real. No trato de afirmar que la relación alumno - profesor es caótica y agresiva en todos los casos, pero sí en algunos, en suficientes para que sea un punto a considerar en las escuelas, en los programas de formación docente y por los gobiernos. Ahora, con el aumento de tantas carencias sociales, emocionales y éticas, quién sabe qué futuro le depare a los maestros.
Ya para finalizar quisiera comentar que la teoría a veces ciega algunos aspectos y la filosofía de la educación con la que nos nutren en las universidades suele ser idealista y romántica. Para mí, los alumnos no son flores, son piedra a tallar y solo podremos hacerlo si hay un trabajo en equipo con la familia. Una piedra puede ser preciosa, pero también meterse en el zapato y causar mucho dolor.
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